Crecen libremente,
sobre las aceras,
bares, tabernas…
Las amapolas nacen en cualquier parte.
Se mueven allá dónde las lleve el viento
y descansan donde no toque el sol.
Las amapolas rojas son muy valientes.
Quieren ser protagonistas
pero al mismo tiempo, inexistentes.
Las frágiles amapolas rojas mueren en jardines,
en cementerios, o en los versos.
Todos somos amapolas.
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