lunes, 24 de enero de 2011

(Des)amor

No sé cuánto tiempo más te podré tener,
sólo sé que quiero ver contigo cada amanecer.
Soy un bravucón,
pero no quiero estar con una chica cada sábado.
Si lo hago,
sé que a la mañana siguiente toca depresión,
remordimientos, melancolía, tristeza, estrés…
Y sigo así durante todo un mes,
hasta que te olvido una noche.
Por eso no creo en amores de tabernas, ni de bares.
Con una chica, no todas las conversaciones
acaban con un gran derroche de amor en el coche.
Me decanto por acabar la velada en la orilla del mar
y explicar por qué me quiero fugar de este mundo,
donde el amor está falto de identidad,
donde los corazones fomentan la infidelidad.
Prefiero el amor lento, con conversaciones dilatadas
en el sofá con el calor de nuestros cuerpos cubiertos por mantas.
Si estoy contigo, gozo de felicidad
paso de todo lo demás y te conviertes en mi única prioridad.
Todo acaba pero no me desagrada cuando sufro de desamor
porque alimenta el dolor de mi yo escritor.
Vuelven las noches y madrugadas reconfortantes,
escribiendo sin sedantes, sobre mi corazón solitario en el parque.
Sin amor, no estoy de humor y me pregunto: ¿seguir viviendo? ¿para qué?
Pero mi cuerpo se alivia cuando escribo en un papel mis ideales.

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